Jesús Guillermo Chucuán Soto nos comenzó a platicar lleno de
emoción sobre sus inicios en la radio. Sin proponérselo, fue factor para que
XEVQ iniciara sus transmisiones. Como una especie de broma macabra, Salvador
Aguilar Montenegro corre a Memo de la estación, y no tuvo más remedio que hacer
grilla. Resultado: la adhesión del personal de la radio al sindicato y tener la
plaza de locutor en primero turno. Aquí hay más vivencias y pasajes del buen
Chucuanón.
SONRISA COLGATE
“Te comparto otra anécdota. Hubo una vez una chica de Culiacán
que radicaba en Tucson, Arizona. Ella me decía que iba pronto a visitarme, pues
le gustaba mucho la música que yo ponía, amén de que quería conocerme en
persona. Ella me preguntaba -¿qué quiere que le lleve?- Le dije –Nada- su sola
presencia me basta para podernos conocer. La espero con gusto y afán. Me
recordé que no había cremas dentales en el mercado. Había escasez de dicho
producto, y le pedí de favor que trajera dos tubos de crema dental, de los más
grandes para que duren tiempo prolongado. Cuando ella fue a visitarme, cuál fue
mi sorpresa que llevó 10 tubos de dentífrico. Prácticamente tenía crema dental
como para seis meses y un poco más. Naturalmente agradecí el gesto. Eso para mí
es de gran satisfacción el haber recibido las muestras de afecto del público
que día a día escuchaba mi programa”.
COMO FLAVIO, TAMBIÉN TENÍA SU
LIBRETITA
“Cultivé tantas amistades en muchos años de carrera gracias a
la radio, que por tal de que no se me olvidara nada, portaba siempre un
bolígrafo y una libretita para anotar el nombre de cuanta persona me saludara
por la calle, pues querían escuchar su nombre a través del radio. Dicha
libretita la conservo en mi poder”.
AÚN EN EL RETIRO, SIGUE SALUDANDO A
SUS AMIGOS
“Tras una trayectoria limpia y honesta de más de 50 años,
tengo reconocimientos hasta para tirar arriba. Pared me falta para poner los
reconocimientos que tengo por tantos años de trabajo, gracias al público que me
favoreció con su preferencia y su amistad. Para sentirme vivo, uso mi teléfono
para saludar a todos mis familiares y amigos., Es mi contacto con el mundo, ya
que por mis dolencias casi no salgo a la calle. Cabe hacer mención que mi reloj
biológico me sigue indicando que las 3:30 a.m. es hora de levantarse, pero por
consideración a ustedes mis amigos, comienzo a saludar a todo mundo a partir de
las 5:30 a.m. dando los buenos días, como cuando estaba en cabina, deseando lo
mejor a cada uno de ustedes”.
MI REENCUENTRO CON AGUILAR MONTENEGRO
“Mi devenir por la radio fue tan grande, que tengo muchas anécdotas
que contar. Sucede que estaba por hacer mi segundo turno de cabina, partiendo
de que trabajábamos de forma quebrada. Ya estando en Culiacán, de repente vi a
mi e jefe Salvador Aguilar Montenegro, que por entonces había sufrido una
embolia. La pasó bastante mal. Empero, podía manejar su coche y hacer ciertas
cosas. Al modo de él, me llamó de la siguiente manera –Suba a mi auto señor
Chucuán- Olvidándose de que ya no era mi patrón. Yo le dije que tenía que ir a
trabajar, pero si quería saludarme, tenía que pedir licencia para poder
atenderlo y hacer un trato con mi compañero de cabina para compensar mi
ausencia. Aguilar accedió a mi petición, pedí licencia, me puse de acuerdo con
mi compañero, y me fui con Don Salvador a tomar un café. Él me hizo recordar una discusión que tuvimos
hace años, me comentó –Amigo Chucuán, ya me convencí de que el árbol de
manzanas puede dar peras- y rematé que podía dar cualquier clase de fruto. No
esperaba de Montenegro esa reacción”.
NO ME TOQUES ESE VALS…..ME DUELE
“Metiste el dedo en la llaga Montoya. Mi hija Karla era una
apasionada de la radio. A pesar de nuestra oposición, ella quiso estudiar en la
capital, y la tuvimos que apoyar mi señora y yo. Se fue a Televisa. Ella me
platicaba que tenía que ir de punta a punta la ciudad para llegar al Centro de
Educación Artística de Televisa. AL salir de clases tenía que atravesar por un
parque, sin alumbrado público, exponiéndose a todo tipo de riesgos. Obviamente
mi señora y yo especulábamos, producto de los relatos de mi hija, pero con el
firme deseo de que no le ocurriera nada malo. Al abordar el metro, se exponía a
ser molestada por los gandules que siempre fastidiaban a las chicas, pero
siempre se bajaba en otra terminal por tal de alejarse de estos individuos que
a decir de mi hija, tenían malas intenciones.
Cuando vino una vez de vacaciones le dije –Ya estuvo suave- le cantamos
el tiro su madre y yo, y le dijimos que no íbamos a permitir que se nos fuera
una fortuna en su educación pudiendo estudiar acá. Francisco Labastida le dio
una beca para que estudiara allá, pero tampoco era la gran cosa dicha beca.
Estudiar en México sale por demás muy caro, pues para estar en la capital se
necesita mucho dinero, con lo cual no contábamos en aquel entonces, es por eso
que decidimos su suerte y le pedimos que se quedara a estudiar acá. Sin más
remedio, mi hija se matriculó en la entonces llamada UdeO, donde estudió junto
con Miguel Sánchez, Guillermo Contreras, Genaro Sahagún y otros tantos. Un acto de negligencia médica durante su
embarazo, trajo las consecuencias que todos conocemos. La mala praxis del
ginecólogo y del anestesiólogo se puso en evidencia, al tratar de mentirle a mi
mujer sobre el estado que guardaba mi hija. Tras ese terrible golpe de
realidad, La Comisión Estatal de Derechos Humanos nos acompañó en este terrible
proceso. Ellos nos ayudaron bastante. Firmé mi declaración. Mi hija estuvo internada en terapia
intensiva, y los galenos ocultaban la verdad sobre su estado de salud. Al saber
de mi situación, la señora Leticia Carrillo (QEPD) me ofreció su ayuda, y llevo
a un especialista al hospital donde estaba internada mi hija, e increpó al
personal que la estaba “atendiendo”. -¿Qué están haciendo?- preguntó con horror
el médico. Mi niña tenía muerte cerebral. Todo ese tiempo fuimos engañados mi
esposa y yo. De esa forma tan descarnada supimos que nuestra hija se había ido.
Se procedió a desconectarla de los aparatos, y la tuvimos que despedir. Nos
dolió en el alma el haberla perdido. Era una niña que tenía mucho que dar,
tenía talento para la radio, le fascinaba ceremoniar eventos. El resto de la
historia te lo platiqué antes de la entrevista. Mejor ahí que quede y punto
final”.
Digerido el trago amargo, el gallito madrugador se apresta
para platicar sobre el día que tuvo que dejar la radio. Solo que eso será en la
próxima entrega, a fin de dejarlos picados.
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