lunes, 7 de noviembre de 2022

EL GALLITO MADRUGADOR 2° PARTE

 


Jesús Guillermo Chucuán Soto nos comenzó a platicar lleno de emoción sobre sus inicios en la radio. Sin proponérselo, fue factor para que XEVQ iniciara sus transmisiones. Como una especie de broma macabra, Salvador Aguilar Montenegro corre a Memo de la estación, y no tuvo más remedio que hacer grilla. Resultado: la adhesión del personal de la radio al sindicato y tener la plaza de locutor en primero turno. Aquí hay más vivencias y pasajes del buen Chucuanón.

SONRISA COLGATE

“Te comparto otra anécdota. Hubo una vez una chica de Culiacán que radicaba en Tucson, Arizona. Ella me decía que iba pronto a visitarme, pues le gustaba mucho la música que yo ponía, amén de que quería conocerme en persona. Ella me preguntaba -¿qué quiere que le lleve?- Le dije –Nada- su sola presencia me basta para podernos conocer. La espero con gusto y afán. Me recordé que no había cremas dentales en el mercado. Había escasez de dicho producto, y le pedí de favor que trajera dos tubos de crema dental, de los más grandes para que duren tiempo prolongado. Cuando ella fue a visitarme, cuál fue mi sorpresa que llevó 10 tubos de dentífrico. Prácticamente tenía crema dental como para seis meses y un poco más. Naturalmente agradecí el gesto. Eso para mí es de gran satisfacción el haber recibido las muestras de afecto del público que día a día escuchaba mi programa”.

COMO FLAVIO, TAMBIÉN TENÍA SU LIBRETITA

“Cultivé tantas amistades en muchos años de carrera gracias a la radio, que por tal de que no se me olvidara nada, portaba siempre un bolígrafo y una libretita para anotar el nombre de cuanta persona me saludara por la calle, pues querían escuchar su nombre a través del radio. Dicha libretita la conservo en mi poder”.

AÚN EN EL RETIRO, SIGUE SALUDANDO A SUS AMIGOS

“Tras una trayectoria limpia y honesta de más de 50 años, tengo reconocimientos hasta para tirar arriba. Pared me falta para poner los reconocimientos que tengo por tantos años de trabajo, gracias al público que me favoreció con su preferencia y su amistad. Para sentirme vivo, uso mi teléfono para saludar a todos mis familiares y amigos., Es mi contacto con el mundo, ya que por mis dolencias casi no salgo a la calle. Cabe hacer mención que mi reloj biológico me sigue indicando que las 3:30 a.m. es hora de levantarse, pero por consideración a ustedes mis amigos, comienzo a saludar a todo mundo a partir de las 5:30 a.m. dando los buenos días, como cuando estaba en cabina, deseando lo mejor a cada uno de ustedes”.

 

 

MI REENCUENTRO CON AGUILAR MONTENEGRO

“Mi devenir por la radio fue tan grande, que tengo muchas anécdotas que contar. Sucede que estaba por hacer mi segundo turno de cabina, partiendo de que trabajábamos de forma quebrada. Ya estando en Culiacán, de repente vi a mi e jefe Salvador Aguilar Montenegro, que por entonces había sufrido una embolia. La pasó bastante mal. Empero, podía manejar su coche y hacer ciertas cosas. Al modo de él, me llamó de la siguiente manera –Suba a mi auto señor Chucuán- Olvidándose de que ya no era mi patrón. Yo le dije que tenía que ir a trabajar, pero si quería saludarme, tenía que pedir licencia para poder atenderlo y hacer un trato con mi compañero de cabina para compensar mi ausencia. Aguilar accedió a mi petición, pedí licencia, me puse de acuerdo con mi compañero, y me fui con Don Salvador a tomar un café.  Él me hizo recordar una discusión que tuvimos hace años, me comentó –Amigo Chucuán, ya me convencí de que el árbol de manzanas puede dar peras- y rematé que podía dar cualquier clase de fruto. No esperaba de Montenegro esa reacción”.

NO ME TOQUES ESE VALS…..ME DUELE

“Metiste el dedo en la llaga Montoya. Mi hija Karla era una apasionada de la radio. A pesar de nuestra oposición, ella quiso estudiar en la capital, y la tuvimos que apoyar mi señora y yo. Se fue a Televisa. Ella me platicaba que tenía que ir de punta a punta la ciudad para llegar al Centro de Educación Artística de Televisa. AL salir de clases tenía que atravesar por un parque, sin alumbrado público, exponiéndose a todo tipo de riesgos. Obviamente mi señora y yo especulábamos, producto de los relatos de mi hija, pero con el firme deseo de que no le ocurriera nada malo. Al abordar el metro, se exponía a ser molestada por los gandules que siempre fastidiaban a las chicas, pero siempre se bajaba en otra terminal por tal de alejarse de estos individuos que a decir de mi hija, tenían malas intenciones.  Cuando vino una vez de vacaciones le dije –Ya estuvo suave- le cantamos el tiro su madre y yo, y le dijimos que no íbamos a permitir que se nos fuera una fortuna en su educación pudiendo estudiar acá. Francisco Labastida le dio una beca para que estudiara allá, pero tampoco era la gran cosa dicha beca. Estudiar en México sale por demás muy caro, pues para estar en la capital se necesita mucho dinero, con lo cual no contábamos en aquel entonces, es por eso que decidimos su suerte y le pedimos que se quedara a estudiar acá. Sin más remedio, mi hija se matriculó en la entonces llamada UdeO, donde estudió junto con Miguel Sánchez, Guillermo Contreras, Genaro Sahagún y otros tantos.  Un acto de negligencia médica durante su embarazo, trajo las consecuencias que todos conocemos. La mala praxis del ginecólogo y del anestesiólogo se puso en evidencia, al tratar de mentirle a mi mujer sobre el estado que guardaba mi hija. Tras ese terrible golpe de realidad, La Comisión Estatal de Derechos Humanos nos acompañó en este terrible proceso. Ellos nos ayudaron bastante. Firmé mi declaración.  Mi hija estuvo internada en terapia intensiva, y los galenos ocultaban la verdad sobre su estado de salud. Al saber de mi situación, la señora Leticia Carrillo (QEPD) me ofreció su ayuda, y llevo a un especialista al hospital donde estaba internada mi hija, e increpó al personal que la estaba “atendiendo”. -¿Qué están haciendo?- preguntó con horror el médico. Mi niña tenía muerte cerebral. Todo ese tiempo fuimos engañados mi esposa y yo. De esa forma tan descarnada supimos que nuestra hija se había ido. Se procedió a desconectarla de los aparatos, y la tuvimos que despedir. Nos dolió en el alma el haberla perdido. Era una niña que tenía mucho que dar, tenía talento para la radio, le fascinaba ceremoniar eventos. El resto de la historia te lo platiqué antes de la entrevista. Mejor ahí que quede y punto final”.

Digerido el trago amargo, el gallito madrugador se apresta para platicar sobre el día que tuvo que dejar la radio. Solo que eso será en la próxima entrega, a fin de dejarlos picados.

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