Uno de los programas de revista que está dando mucho de que
hablar es VENGA LA ALEGRÍA, y no precisamente por su rating, que de tan bajo
que está la rayita de descenso tocó el piso, sino por sus escándalos. El más
reciente se dio con el cese de William Valdés, el cual abandonó la nave la
semana pasada. Él no renunció, lo renunciaron. Y el causante de esta sucia
trastada es un ser malvado, un ser perverso, el más cruel y más despiadado villano.
Su nombre: Sergio Sepúlveda.
El comunicador de 50 años, en pantalla aparenta ser buena persona,
pero en el fondo es sumamente maquiavélico. Amén de Laura G, el señor cobra la friolera
de medio millón de morlacos a la quincena, equiparando su salario al de Galilea
Montijo. Para un programa que no da golpe es un salario por demás insultante.
Adrián Ortega, encargado de programación de la cadena, le preguntó a este
geniecillo malvado a quien debían darle chicharrón a fin de adelgazar la nómina
de VLA. Y el conductor pendenciero y villano pidió la cabeza de William Valdés,
a decir de él, por antipático y porque nunca hizo click con el público. Al igual
que Juan el Bautista, pusieron la cabeza del comunicador cubano en una bandeja
de plata, y Sergio al igual que Salomé, se echó un bailongo frente al señor Ortega,
que estuvo en modo Herodes Antipas. Episodios como este se van a repetir hasta
que acabe el año. Y el señor Sepúlveda permanecerá incólume, púes él solo
quiere asegurar su supervivencia. No en balde tiene 22 años al servicio del canal.
Vivillo desde chiquillo.
Cuídense del buey manso, del otro yo me hago cargo. Sergio
Sepúlveda va a fregarse a más gente, con esa carita de bueno que dios le dio.
Ninguno de los conductores de VLA se las huele que tienen al enemigo en casa.
Nunca creímos que el también productor asociado del matutino era traicionero y
desalmado. Que mala forma de ganarse la vida. ¡Difícil de creer!
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