sábado, 15 de octubre de 2022

MÁS FUERTE 3° PARTE

 




Tania Castro platicó con emoción su paso por la radio con un espacio propio. Has sido tal el impacto que ella ha causado que se le ofreció un espacio de TV en línea. Lo malo es que sufrió la suerte de desencanto, ya que el director del portal quería tener con ella perversas intenciones, lo cual puso punto final al proyecto. Sin arredrarse, Tania volvió a comenzar y abrió su propia empresa. Todo iba viento en popa hasta que la cuarentena del Covid causó serios estragos. Ahora va la nota que no es del todo discordante, pues gracias a ello Tania pudo pedir auxilio, despojándose de lo que llaman vergüenza. Mejor que ella nos diga que fue lo que sucedió hace 20 años.

 

EL DÍA DE LA MASCARADA

“El 28 de abril de 2022 sucedió algo que terminó por definir mi personalidad, y la forma en que habría de conducirme de ahí en adelante. Me puse de acuerdo con mi mamá para podernos ver. Previo a esto, debo contextualizar para una mayor comprensión de tus lectores en torno a este tema. En el marco de los cursos, talleres y circunstancias de sanación, porque ese era mi objetivo, sanar mi alma, tomé en octubre de 2021 un taller on line llamado SÁNAME MI SOMBRA. Ahora que veo una libreta en esta mesa, me recuerdo que el taller lo tomaba a mi ritmo, era virtual y uno de los módulos tenía por título HABLA DE TUS TRAUMAS SEXUALES INFANTILES. Entonces, estando en ese mood de sensibilización y la búsqueda de mi misma, punto que ya abordamos en su momento, tenía que conectar con esa parte de mi persona, y describí el hecho”.

 

ABUSO SEXUAL EN TRES TIEMPOS

“Lo diré tal cual sucedieron las cosas, porque en primera, no me da vergüenza, y en segunda, sirve que me desahogo. Escribí que teniendo la edad de 11 años sufrí abuso sexual por parte de un tío, a la sazón, esposo de una tía. Hubo tres episodios. El primero de ellos, vuelvo a hacer hincapié en que tenía 11 años, edra delgadita, callada, obediente. Yo estaba situada frente al garrafón de agua en casa de mis abuelos en La Reforma, Angostura. A la derecha estaba la puerta de la cocina. No recuerdo exactamente lo sucedió en ese inter, ni lo que estaba haciendo. Este hombre alto, fuerte, corpulento, me llega por detrás, repegando su miembro viril en mi trasero. Me quedé en shock. No recuerdo más. Hasta ahí me quedé. Ese fue mi primer flash back consciente. El segundo episodio sucedió en la sala de estar, ahí había un televisor en casa de mis abuelos. Ahí la familia se apostaba para ver la tele en determinados horarios. Ahí estaban mis primos, que por entonces estaban chicos. Yo estaba sentada frente al televisor con una bolsa de papas fritas de tamaño grande. Ese señor, de alguna forma hay que llamarlo, estaba a un lado mío. El interfecto simuló tomar las papas de la bolsa, pues en realidad pasó de largo y sus manos tocaron mis partes nobles. Sucedió lo mismo que en el pasaje pasado. Quedé pasmada.

 

Y en el tercer episodio, ocurrió algo que me lastimó profundamente, más no lloro porque no me duele tanto, pero lloré muchas veces al recordar lo ocurrido. Fui criada por mis abuelos. Mi madre se ausentaba porque tenía que trabajar, mi padre se ausentó porque fue su decisión, ¿qué sé yo? El hecho es que mi abuelo fue mi verdadero padre, con virtudes y defectos. El escenario fue en dicha residencia, justamente un 19 de junio, día del padre, a la par de que era cumpleaños del señor ese. Yo estaba en la puerta de la sala, y el resto de la concurrencia en la sala. Mi abuelo y mi “tío” estaban justo cerca de mí. Tenía un miedo escalofriante, y tras haber sido abusada por ese hombre, estaba en la siguiente disyuntiva: si abrazaba a mi abuelo, tenía que abrazar a ese señor, solo para cubrir las apariencias, porque la tradición familiar, donde prevalecen las buenas costumbres y la maldita moral conservadora, debes felicitar a los mayores con un abrazo en caso de un festejo, sea cual fuere. Partiendo de que era una niña obediente, opté por no abrazar a mi abuelo, que jamás se distinguió por ser un hombre expresivo, pese a ello me dolió en el alma no haberlo hecho. Mi miedo era tal con solo haber abrazado a ese señor, que decidí con profundo dolor retener mis impulsos y no dar cariño a los seres que quiero. Esos tres episodios los escribí en esa libreta en octubre de 2021, y puse entre paréntesis (Que lo sepan mi madre, mi abuela y mi tía, para que sepan la clase de ficha que es ese hombre). No sé si tú creas en algo o en alguien, en soltar algún lastre para que todo fluya, eso fue lo que hice, soltar, me liberé, solté, me siento libre, en paz”.

 

MI REENCUENTRO CON EL PASADO

 

“Entonces, en abril de 2022 fui de vacaciones a la casa del hombre que abusó de mí, tras cuatro años de no ver a mi tía y a su familia. En ese inter ambos se casaron bajo el rito cristiano. Todavía tenía febril en mi mente ese recuerdo, todavía la herida seguía abierta. Pero ahí te va otra. Me dije -¿Quién va a llevar a mi abuela a las vueltas?- Hasta eso que tenía mi rol predeterminado en mi familia, la cuidadora de mi abuela. Asumí mi rol tal cual, la llevé de paseo, y me vendí la idea, pues me fascina comprar cosas. Tomé mi dinero, cambiarlo por dólares e irme a los malls a aprovechar las gangas. Dentro de lo malo lo bueno, voy a conocer a mis sobrinos, pero por dentro seguía la procesión, pues tenía que verle la cara al abusador. Estando en EUA tuve que fingir, por educación y no levantar sospechas lo saludé como a toda la gente, pero por dentro, no soportaba su abominable presencia. Más había que estar ahí, era parte de la familia, y desgraciadamente, era el esposo de mi tía. Como quien dice, tuve que aguantar mecha.

 

Como el espacio era muy reducido, opté por irme al apartamento de una prima junto con mi abuela. Dicho lugar no solo era amplio, sino que estaba algo retirado de la casa de mi tía. De los parientes al sol, mientras más lejos, mejor. El señor me saludaba con suma enjundia, pero le paré los tacos. A mis 31 años de edad, tomé una decisión, de la cual no me arrepiento, y fue no darle el saludo. No puedo ser consecuente con alguien que me hizo daño. Puse sana distancia entre ese señor y yo, y ya captó él que su presencia ante mí era más que desagradable. Contrario a mi abuela, a quien yo saludaba con mucha efusividad. Hubo un momento en que tenía que confesarle a mi tía la atrocidad que hizo su esposo conmigo, más no pude, guardé silencio, a fin de no quebrantar el ambiente armónico que prevalecía. Por enésima vez pensé en todos, menos en mí, y me tuve que contener. Ya estaba acostumbrada.

 

 Mi mamá no podía irse a E. U. A. porque no tenía dinero, pero ese no era el motivo verdadero, volviendo al inicio del relato, al marcharme a la casa del abusador, le dije a mi madre que se quedara en mi apartamento, dado que en Culiacán no tenía donde llegar, aunado que ella vivía junto con mi abuela en La Reforma. Al estar curioseando, ella leyó en la libreta la crónica del abuso sufrido en mi persona por parte de ese siniestro personaje, y se limitó a decir –Ando corta de centavos- A mi regreso, el 28 de abril, nos vimos en su casa, y puso el tema en la mesa, logró sensibilizarme, me dijo que mi primo le mandó un mensaje diciendo que ese señor quería que él le diera un masaje, se paseaba desnudo frente a mi abuela y no sé qué otras atrocidades más, el hecho es que yo no tenía a mano esa información.

 

Para no hacerte el cuento largo, ella me seguía platicando de las lindezas de ese señor, particularmente en su trabajo, se decían unas cosas de él que no lo dejaban bien parado, dado que era un pervertido en potencia, y yo tenía un nudo en la garganta por lo que no le dije a mi tía, por callarme me enfermé, en fin. Me armé de valor y le dije la verdad, para el efecto ya se había enterado de todo. Sorprendida le pregunté -¿Cómo supiste?- me dijo que leyó mi libreta, le reclamé airada -¿Esculcaste mis cosas?- y me respondió que no, que ocupaba un papel para anotar y al toparse con mi libreta que estaba entre abierta, tuvo que probar el amargo sabor de la verdad, mi verdad. Ella me dijo, que inventó esa muleta de no tener dinero para viajar, porque de haber ido allá al gabacho, habría matado a ese desgraciado”.

 

Esta es una pesadilla de la que a duras penas está despertando. Será por eso que Tania se ha hecho más fuerte. En la siguiente entrega nos seguirá compartiendo más de esta terrible tragedia. Ahí donde la ven, no es la misma de antes. Las apariencias engañan. Nada es lo que parece.

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